miércoles, 10 de junio de 2009

PAZ Y ESPERANZA ESTUVO EN BAGUA EN LOS ENFRENTAMIENTOS CON POLICIAS Y NATIVOS

Fragmento extraido de una entrega de Jorge Arboco, Director de PAZ Y ESPERANZA – SAN MARTIN, quien estuvo en Bagua.

“Son casi las seis de la mañana, como todos los días por más de cincuenta días de protesta, amigos y amigas de la población de Bagua nos acompañan con víveres. Un grupo va haciendo el desayuno de todos los días. Vamos bromeando entre nosotros para poder sobrellevar el cansancio y esperar el desayuno que ya viene sirviéndose.

Se escucha un enfrentamiento en la parte alta, por los cerros, empiezan a caer bombas lacrimógenas. Estamos rodeados de policías y militares. Llegan helicópteros y tiran más bombas lacrimógenas. Los cerros son incendiados, estamos totalmente rodeados. Se escuchan disparos. Los que están arriba por los cerros nos piden que los ayudemos, hay heridos de bala. Corremos a auxiliarlos, entre los heridos está Santiago Mauin. Evacuamos a las personas que podemos pero, las ráfagas de balas siguen hiriendo y matando a los que vamos llegando en auxilio de nuestros compañeros. No queda otra opción, hay que correr con los hermanos que hemos podido recoger. Abajo algunos amigos han traído motos, evacuamos por turno a los heridos lo más rápido que podemos, las motos van y vienen para llevárselos lo más lejos posible. Los cercos se han abierto un poco en medio de la persecución. Muchos aprovechan para huir del cerco, tanto por cerros como por la parte baja.

Todos nos dispersamos por donde podemos, ya no hay nada que hacer, las balas y lacrimógenas llegan a todas partes. Hay que esconderse donde se pueda. Algunos mestizos nos auxilian y nos llevan al interior de sus casas y nos ocultan.
Cuando las cosas ya van calmándose, los policías se llevan a algunos indígenas y a los muertos los van apilando o dejando donde cayeron. Algunos mestizos amigos y dirigentes piden al ejército que les dejen pasar para recoger a los muertos. No quieren que nadie recoja a los muertos.

Ya pasado lo peor, por el momento, muchos nos quedamos ocultos por si tratan nuevamente de agredirnos. Las personas que nos ocultan nos van trayendo comida y nos ayudan para que algunos lleguemos ocultos a la ciudad. Ahí nos escondemos otra vez y tratamos de escuchar las noticias y averiguar donde están los demás. Es toque de queda. No podemos salir, menos si somos indígenas, podríamos ser llevados a los cuarteles como escuchamos que les ha pasado a algunos amigos. Pedimos a algunos conocidos que vayan a los hospitales y nos digan qué ha pasado. Efectivos de la Policía uniformados y de civil preguntan quiénes están siendo atendidos. Voluntarios de la población llegan en medio de la noche para acompañar a los heridos de modo de ayudar a prevenir la posibilidad de que sean llevados en medio de la noche.

Ha habido un saqueo en la ciudad, hay humo por todas partes, delincuentes comunes y personas enardecidas han quemado instituciones, carros y otros, además de saquear. La policía no los detuvo como sí lo hizo con los indígenas.

Todos estamos dispersos, nos preocupa que habrá pasado con los demás, nos indigna que el Estado diga “sólo hay tres indígenas muertos y nueve policías”.

Nos preguntamos:
¿Dónde están todos los demás muertos?
¿Por qué el gobierno da una orden violenta contra los indígenas y luego nos hecha la culpa de todo?
¿Por qué se afanan en hacernos ver como salvajes por proteger nuestros derechos?”